lunes, 27 de septiembre de 2010

Bueno, en realidad, no eres nadie, sólo un trozo de papel ahora húmedo. Húmedo por derramar lágrimas que robé en algún badulaque mientras pensaba en esta situación. Estaba solo, pisando un suelo que no me reconocía en estos pies. Pies de perdedor, al que le quitaron la corona. Me he disfrazado de despojo, me he convertido en una piel de camuflaje aterrorizada por el exterior. Y no, no sé salir de aquí.

Fui sobre mis ruedas, me deslicé en los bares, saboreé todas las barras solitarias que bailaban a mi alrededor. Dejé un taburete vacío a mi lado por si quería volver. Busqué sus ojos en la mirada de mil mujeres y ningunos eran ella. Aporreé mil paredes y dejé sangrar mis puños en la madrugada. No hubo ni rastro. Mi alma se fue de paseo y yo quedé sumergido en mis recuerdos (y en los suyos). Y ahora no está, ya nadie (nadie porque ella lo era todo) se emborracha conmigo y sonríe si no sé apagar un cigarro, si se me escapan las cosas de las manos, si me tropiezo, si voy despeinado o tarareo el sonido de la última canción del verano.

El tiempo ha dejado de ser tiempo y a pasado a caer para acomodarse y ser mi enemigo.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Disculpe... nunca empiezo a escribir si no sé como empezar. El otro día mismo, sin ir más lejos, me puse a contar los motivos que tenía para seguir viviendo. La causa y el efecto fueron el mismo nombre de cuatro letras que llevaba por alias "VIDA". No supe coordinar los pasos nunca para bailar con ella, pero ella me perseguía, yo salía corriendo, ella siempre estaba ahí. A veces tan coqueta, a veces tan arruinada, a veces tan reflejada en mí. Una vez... me tendió la mano. Y yo, alargué mi brazo derecho para invitarme a oler su perfume. Erguida, como si de ella dependiera mi existencia, me rodeó, embelesó la piel apenas erizada años atrás.

Fue entonces, cuando decidí que con o sin ella, morirían mis celulas, mis glandulas, mis organos interno-vitales, mi alma partida ya en 34 pedazos y pico.

Y así quedó mi unánime cuerpo físico, sobrevolando algunos vientos de alguna bohemia ciudad (como podría ejemplificar con París). Le diré más, me dejó mi mujer por tener 4 o 5 manías fuera de lo común como cobijar a gatos salvajes en casa (teníamos cerca de 15 gatos en 70 metros cuadrados), otra era escuchar grupos de música a viva voz (en especial coplas y pasodobles), aunque lo que más me gustaba hacer era colocar 4 sillas delante del televisor y creer que era un director de cine, un cineasta desequilibrado que le explicaba a las series de sobremesa lo que tenía que ir ocurriendo a medida que yo les indicaba ejercitando los brazos de un lado a otro.

Como le decía, mi mujer me dejó y plasmó una carta sobre la palma de mi mano. En ella ponía esta dirección y aclaraba en letra arial de color negro "La parte de mi que estaba contigo, está en el Tanatorio Municipal". Tampoco eso fue lo más grave, pero le terminaré de explicar alguna de mis historias cuando realmente sucedan.