martes, 11 de enero de 2011

El pan...

Padre nuestro que estás en los cielos, santifican tu nombre porque no hay más remedio y hágase tu voluntad allá en el cielo porque aquí en la tierra desde hace mucho tiempo mendigamos la nuestra. El pan nuestro de cada día, duro, frágil y hasta triste y no nos consta que el tuyo sea verdadero porque aquí el pan lo controlan los gobiernos. Y dejanos caer en la tentación aunque más no sea para alterar la costumbre, no nos libres del mal porque no tendríamos cómo reconocer el bien si es que alguna vez nos llega y no perdones nuestras deudas, ni dudas, ni pecados... porque no queremos perdonar al enemigo y sólo pondremos la otra mejilla para el beso.

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